El paso por los juegos mundiales en la ciudad
de Cali de nuestro bello y hermoso país (Colombia) dejó, sin lugar a dudas, un
sin fin de emociones entre los que asistieron u observaron desde las pantallas
de sus televisores en casa cada una de las competencias en los diferentes
deportes. Pero hablaré de un deporte en particular, que fue en últimas, la
causa de mi asistencia a tan magno evento, el rugby.
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Estadio Pascual Guerrero Cali, Colombia
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La participación de los equipos de ocho países,
Springboks (Sudáfrica); Les Bleus (Francia); Los Pumas (Argentina); Tucanes
(Colombia); Los Tupís (Brasil); Canucks (Canadá); Los Teros (Uruguay) y Hong
Kong, brindaron más que un espectáculo: dos días de buen rugby.
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Hong Kong - Le blues |
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Canucks 33- Les Bleus 21, tercer lugar
para Canadá
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La brecha que puede crear el
idioma entre las personas, no es suficiente para lo que el rugby puede lograr
entre las mismas. El reconomiento que genera equipos de gran trayectoria como
All Blacks de Nueva Zelanda o el club Munster rugby de Irlanda, rompe la
barrera entre los diferentes idiomas, el portar la camiseta de un equipo se
convierte en la excusa perfecta para hacer amigos, tomarse fotos y hasta
conversar de rugby con personas de otras nacionalidades. El distintivo "yo
juego rugby" se transforma en el puente para cruzar las diferencias
culturales entre quienes disfrutan de este deporte. A diferencia de lo que
ocurre en otros deportes entre las hinchadas de los diferentes equipos, en el
rugby todos vivimos un mismo espíritu, ambiente y pasión; no hay razón alguna
para generar discrepancias entre los fanáticos pertenecientes a un club u otro.
Eso es rugby, hermandad, amistad y sobre todo respeto.
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Springboks - Los Teros |
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